ABANICO/ Acompañar
Por Ivette Estrada El dolor es una senda solitaria y abismal. Paradójicamente, no sabemos acompañar quien enferma, tiene una pérdida o agoniza. El duelo, la enfermedad o inminente muerte los percibimos como contagio o espejo. Nos alejamos y argüimos “no soportar el dolor” y de manera inadvertida infligimos abandono. Sin embargo, acompañar puede ser altar y convocar a la dignidad, amor y respeto La presencia implica la ausencia de juicio. Es estar sin resolver, escuchar sin interrogar, sostener sin exigir alivio. Asumir que el acompañamiento no es terapia ni solución. Es presencia ritual, como quien vela sin saber si el alma partirá. Conviene alejarnos de las frases hechas. En vez de decir “todo estará bien”, cambiar por una frase verdadera y genuina: “Estoy aquí, contigo, aunque no sepa qué decir.” Acompañar también es brindar gestos de cuidado cotidiano. El cuidado […]

