“El Hermano” del presidente AMLO

*Se entienden con los ojos cerrados

De las tres corcholatas que el presidente López Obrador tiene en mente para su relevo presidencial, para nadie es un secreto que Adán Augusto López, secretario de Gobernación, tuvo menos conocimiento en su momento, pero emerge desde el sótano para emparejarse a las otras dos opciones, incluso se poniéndose arriba de una de ellas.
Esta situación se debe a que fue destapado más tarde por el Presidente, pero como caballo de troya se posiciona en la competencia, goza de toda la confianza del Ejecutivo al ayudar a gobernar y operar en todos los espacios de la política a favor del proyecto los que representa garantía de continuidad de las políticas de la 4T; así lo escribió Alejandro Sánchez en su columna “Contra las Cuerdas” publicada en El Heraldo de México.
Desde el triunfo de López Obrador, en 2018, la figura del mandatario ha sido determinante para los triunfos electorales de Morena en los comicios siguientes, lo que se resume en que, más allá de que la población esté a favor o en contra de los candidatos y candidatas de ese partido, lo que realmente motiva a las mexicanas y mexicanos afines a AMLO a empuñar el lápiz en la intimidad de la urna es la confianza que tienen en su Presidente, por ello, no sería raro que la izquierda sea representada en 2024 por un perfil similar a él.
Mucho más profundas que las cuestiones obvias que hermanan a López Obrador y López Hernández (ambos se apellidan López y los dos nacieron en Tabasco), hay vasos comunicantes en ambos que son prácticamente inexistentes en los demás aspirantes de Morena: el perfil de Adán Augusto es similar al de Andrés Manuel no sólo por su tono tabasqueño al hablar y sus citas regionales en el vocabulario sino que a ambos les gusta introducir, en tiempo real, citas literarias, anécdotas históricas y refranes populares que ayudan a imponer su propio relato en contra de sus adversarios y su narrativa (pregunten a personajes como Miguel Ángel Mancera, Emilio Álvarez, Kenia López o Xóchitl Gálvez).
Así, la capacidad del secretario parece quedar bien estampada en su currículum profesional y académico. A diferencia eso sí, de López Obrador, Adán Augusto habla tres idiomas (español, inglés y francés), tiene estudios en derecho por el Instituto de Derecho Comparado de París y es maestro en Ciencias Políticas por la Universidad de París; fue diputado estatal, federal, senador y gobernador, pero sobre todo fue uno de los miembros fundadores de Morena, de hecho estuvo a cargo de conseguir el registro para el partido en seis estados: Tabasco, Quintana Roo, Colima, Campeche, Yucatán y Chiapas, donde hoy Morena es, por mucho, el más fuerte.
En Tabasco, quedó claro antes de Navidad que la relación entre ambos líderes se erigió décadas atrás, pues la familia de Adán Augusto siempre apoyó a López Obrador; y este sintió gran admiración por la labor de Payambé López Falconi (padre de Adán), el notario que ayudó desde su trinchera a reivindicar la vida de las clases menos privilegiadas e incluso elaboró las fes de hechos de los fraudes cometidos por el PRI durante décadas. Por eso dijo el presidente López Obrador que el secretario de Gobernación es una buena opción para sucederlo y aseguró que es su hermano. Se sabe que esa confirmación pública en el sureste mexicano caló fuerte en Palacio de Ayuntamiento y en las oficinas de Cancillería.
A partir de que Gobernación recobró el poder de la política interna con Adán Augusto el presidente y todos los gobernadores y gobernadoras del país viven el mejor momento de su relación, pues pasaron de una “alianza federalista” que buscaba romper el pacto fiscal, a una colaboración absoluta con López Obrador.
“Adán es mi hermano”, ha dicho Andrés Manuel en un sinnúmero de ocasiones, en algunas incluso parece olvidarse de que a Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum también los metió a jugar el mismo juego, y acaba por juntarlos de último minuto al cumplido a pesar de esa rivalidad existente a pesar de que trata de ser ocultada.
Presidente y secretario se entienden a ojos cerrados: es la novena entrada del partido más importante de sus vidas; las bases llenas, Andrés Manuel de catcher y Adán de pitcher; mientras todos tiemblan, los dos son capaces, sin señal de por medio, de leer la mente del otro para saber cuál es el lanzamiento que les dará la victoria y que el rival nunca pudo ni imaginar.

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