ARTEPLASTÍA/ Lo que nadie dice del bótox

Por Fernando Gallardo, Cirujano plástico egresado de la UNAM con especialidad en la UDEFA
El bótox o Toxina Botulínica de tipo A, es el tratamiento de medicina cosmética más usado en el mundo. Y también el más desconocido, por paradójico que parezca y sea.
Por su aplicación sencilla que atenúa o elimina temporalmente las líneas de expresión o arrugas gana popularidad y se considera la gran panacea contra la apariencia del envejecimiento. Sin embargo, nadie divulga preocupaciones inherentes a este proceso.
Por ejemplo, como cualquier sustancia extraña, la toxina botulínica desencadena la producción de anticuerpos que, en algunos casos, pueden bloquear la respuesta terapéutica posterior de forma completa o parcial. Esto volverá inefectivos los tratamientos posteriores.
Asimismo, es recomendable evitar su uso en pacientes con propensión al sangrado excesivo, como Trombocitopenia, Hemofilia o tratamientos anticoagulantes, así como mujeres embarazadas y lactantes. También quienes tienen hipersensibilidad a alguno de los ingredientes del producto o con enfermedades neuromusculares como la Miastenia Gravis o que consumen cierto tipo de medicamentos que interfieren con la transmisión neuromuscular.
En cuanto a adultos mayores, el uso dependerá exclusivamente de la evaluación muy cuidadosa de su estado de salud. En resumen: no puede ser un tratamiento aplicado por cualquiera. Requiere la supervisión de un médico cirujano plástico.
Desde su aprobación por el órgano de control de alimentos y medicamentos (FDA), de los Estados Unidos en 1992, la toxina botulínica de tipo A, o bótox tiene un promedio de 8,6 millones de inyecciones solamente durante un año en Estados Unidos.
No es de extrañar que esta herramienta sea tan popular, debido a que constantemente crece la demanda por tratamientos no invasivos, ambulatorios, sin dolor, de bajo costo y con resultados naturales.
Entre los tipos más comunes, las que se comercializan son las de tipo A y B, siendo las más populares las de Tipo A, por ser las más potentes; entre ellas, Bótox y Disport que son los nombres comerciales más conocidos mundialmente.
El mecanismo de acción de esta toxina botulínica bloquea la liberación del neurotrasmisor acetilcolina, responsable de la contracción muscular, lo que ocasiona la parálisis temporal de los músculos tratados.
Cuando la toxina se aplica directamente en el músculo responsable de esta arruga de expresión, causa su relajamiento temporal, lo cual atenúa y hasta desaparece esta línea de expresión. Entonces proporciona al rostro una apariencia más relajada, rejuvenecida y agradable.
Insisto: no es un procedimiento netamente cosmético. Reuqire una evaluación profesional. Así, un cirujano especialista, luego de haber conversado con la paciente y realizado una breve historia clínica, procede a una evaluación facial meticulosa, dinámica y estática, que se documenta con un registro fotográfico, seguido con la marcación de los puntos de aplicación de las inyecciones de toxina botulínica. Este tratamiento es ambulatorio, por lo cual, el paciente puede reasumir sus actividades cotidianas sin ningún problema.
Se utiliza anestesia tópica de 20 a 30 minutos antes y/o aplicamos hielo, así mismo se usan agujas muy finas para minimizar el dolor y evitar moretones. El procedimiento por lo general no dura más de 10 minutos y causa la menor molestia posible, por lo que el paciente puede tolerarlo.
El efecto empieza a evidenciarse a partir del segundo o tercer día y alcanza su pico máximo entre 7 y 14 días después de la aplicación. Se mantiene uniforme por tres a cuatro meses, aunque este periodo puede variar según la dosis aplicada, la concentración, técnica de inyección, masa muscular y respuesta inmune.

 

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