Por Ivette Estrada
En Cien años de soledad, Aureliano Babilonia descubre los manuscritos de Melquíades y comprende que el destino de su familia ya estaba escrito. Su sentimiento de desesperanza y resignación lo lleva a aceptar su futuro sin intentar cambiarlo, lo que culmina en la desaparición de Macondo.
Pero la relación emoción/sentimientos con el futuro no se confinan a la novela de Gabriel García Márquez. Salta también a la palestra de nuestra realidad y puede optarse por enfrentar irrupciones mediante el amor o el miedo.
El amor está imbricado en la felicidad y, por ende, incide en mayor autodeterminación, creatividad y emprendimiento mientras el miedo se asocia con la paralización o renuencia. Ambas establecen marcos referenciales diversos en la percepción y uso de la Inteligencia Artificial (IA).
Desde el amor, la IA puede verse como una herramienta que potencia creatividad, conocimiento y la conexión entre personas. Desde el miedo, se percibe como una amenaza o peligro latente: desempleo, un ciberataque cada 39 segundos sólo en México…
El futuro, ante una IA poderosa que domina diversos ámbitos y cambia radicalmente la manera de trabajar, interactuar, comprender y realizar, presenta una dicotomía emocional: abordarla desde el amor o temerla.
¿Se puede aprender a encontrar oportunidades y autodesarrollo en lugar de visualizar desempleo y retos inconmensurables en la ética y cibercrímenes? La Universidad Da Vinci dice que si.
Para su Vicerrector, Víctor Manuel Cab, todo inicia con la incorporación a una columna esencial en la movilidad social: la educación.
Con ello “mejora la calidad del aprendizaje personalizado, forma profesionistas preparados para un entorno laboral en constante evolución, impulsa la innovación educativa, evalúa desempeño y creación de experiencias de aprendizaje más eficientes e interactivas. También desarrolla el pensamiento crítico y las habilidades digitales avanzadas”.
Fernando Osnaya, country manager de Edca EdTech Group, por su parte, asevera que “se debe apostar por un modelo educativo flexible, personalizado y orientado a la práctica, que responde a las dinámicas del mercado laboral actual y del futuro”.
Así, la IA se convierte en una herramienta de empleabilidad inteligente, donde el conocimiento técnico se combina con habilidades humanas y digitales para impulsar trayectorias laborales sostenibles, relevantes y alineadas con los nuevos desafíos globales.
Según Cab y Osnaya, la investigación, experimentación y desarrollo de herramientas IA propias benefician a los estudiantes al recomendar contenido e itinerarios educativos personalizados.
Se abre así un abanico de pensamiento crítico, resolución de problemas, trabajo en equipo y otros que permiten que la productividad y habilidades de un profesionista y empresa crezcan exponencialmente.
Según el Fondo Monetario Internacional, la IA automatizará hasta 40% de las industrias en los próximos años, pero al unísono “abrirá puertas a nuevas áreas de trabajo y especialización”.
En un momento en el que el mercado laboral evoluciona y demanda nuevas habilidades y competencias, se puede optar por ser agentes de cambio o sucumbir al miedo de la IA y otras tecnologías.
Si Macondo no sobrevivió, hoy sabemos que esta era digital puede adaptarse a nuevos imperativos al sobrepasar la cultura del miedo.
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